Molly Lane ha muerto a
los cuarenta y seis años de edad. Era una mujer muy libre, muy seductora, y en
su entierro se encuentran presentes los cuatro hombres más importantes de su
vida: Clive Linley, músico famoso; Vernon Halliday, periodista y director de uno
de los grandes periódicos del país; George Lane, su poderoso y multimillonario
marido, y Julian Garmony, un notorio político de derechas, actual ministro de
Asuntos Exteriores y candidato a primer ministro. Clive y Vernon son amigos
desde los lejanos y felices años sesenta, y ambos fueron amantes de Molly
cuando todos ellos eran jóvenes, idealistas y pobres. George, el marido, entró
mucho más tarde en la vida de la fascinante mujer y jamás pudo poseerla del
todo, excepto en el terrible período final, de descenso a los infiernos de la
pérdida de memoria y la desintegración mental, en el que se convirtió en su
implacable cuidador y carcelero. Y con respecto a Garmony, representante de la
derecha más pura y dura y de todo lo que Vernon, Clive y Molly odiaron durante
toda su vida, ni el periodista ni el músico pueden explicarse qué era lo que
Molly veía en él, qué extraña relación les unía. Pero lo descubrirán pocos días
más tarde cuando George, el marido, le ofrece a Vernon unas espectaculares
fotos del futuro primer ministro vestido con unas excitantes ropas de mujer.
Fotos tomadas precisamente por Molly y que serán el disparo de salida de esta
feroz, cínica, mordiente fábula moral.